Partido Revolucionario de los Trabajadores
Por la Revolución Obrera, Latinoamericana y Socialista "El deber de todo revolucionario es hacer la revolución" (Ernesto Guevara)

Imprime esta página - Tamaño de texto + / - Editorial - Junio - Julio 2017

EDITORIAL Nº 76

Desde marzo de este año el “sherpa” (representante, negociador o asesor gubernamental de alto nivel) de Macri, el vicecanciller Carlos Foradori, se venía reuniendo con sus pares (otros “sherpas”) del G20 para lograr que la sede de la próxima cumbre fuera la Argentina. No sólo para el macrismo, sino para el empresariado local, que Argentina fuera finalmente elegida tenía especial importancia en cuanto al desarrollo de sus negocios, más allá de que, en los hechos, la última cumbre del G20 no dejó ningún resultado material de envergadura para ellos.

Es de considerar que la relación de Argentina con los países del G20 ha sido oscilante. Los momentos de mayor “esplendor” fueron, nada casualmente, los del gobierno de Menem. Considerando que se trata de un espacio típicamente capitalista conformado por ministros de finanzas y jefes de estado que se supone definen la economía mundial, Argentina nunca dejó de ser un furgón de cola que no define nada, pero un socio interesante en la región para imponer las políticas de los países desarrollados a Latinoamérica. Macri, en su afán de búsqueda de “lluvia de inversiones”, desde el comienzo de su mandato instruyó a su equipo para que retomara y mejorara las relaciones con los países del G20. El hecho de haber sido elegida Argentina como sede lo perciben como un “triunfo” de la gestión. Fuera de eso, Macri no sólo volvió con las manos vacías, sino teniendo que digerir el desplante diplomático de la primera ministra del Reino Unido, Theresa May y el del jefe de Estado de Francia, Emmanuel Macron. Sendos encuentros fueron anunciados con bombos y platillos por la incondicional y asociada prensa local que después minimizó el fracaso e hizo pasar como encuentro formal entre mandatarios un saludo de pasillo y a las apuradas con Macron, un verdadero papelón.
 
Y algo más trajo Macri con la elección de Argentina como sede: futuros conflictos. Si en Hamburgo convergieron centenas de miles de personas de varios países para generar una protesta constante y sostenida durante todo el tiempo que duró la cumbre, es de esperar que con el creciente conflicto social del país las manifestaciones contra cumbre sean multitudinarias y cuenten con la colaboración y presencia de otros latinoamericanos que no dudarán en venir de los países limítrofes a repudiar el encuentro.
 
El papel de Macri en Latinoamérica es absolutamente funcional a los requerimientos del poder global, la burguesía financiera imperialista. Julio Gambina lo describe muy bien: “La inserción subordinada a la transnacionalización no nace en 2015 y la clase dominante poblada por acreedores externos, transnacionales de la alimentación y la biotecnología; las automotrices y las petroleras; junto a los servicios bancarios y grandes cadenas comerciales entre otros, son parte de una estrategia asociada a la liberalización mundial emanada desde la imaginación e iniciativa del Plan Martínez de Hoz en adelante.”. De estas exigencias internacionales devienen varios proyectos que Cambiemos tiene en carpeta: la flexibilización laboral, ya implementada por el títere de la burguesía financiera imperialista, Temer, en Brasil; la ampliación de la edad jubilatoria y el cambio de cálculo de los haberes para reducirlos; el pase de los jubilados del PAMI a las obras sociales sindicales a las que pertenecían los pasivos cuando trabajaban; un “Plan Productivo Nacional” que implica la eliminación de industrias consideradas “no competitivas” a nivel internacional como las del calzado, textiles, electrónica y muebles, automotrices y de autopartes que redundará en una reducción del 50% de los puestos de trabajo actuales; un completo abandono a las economías regionales; reducción de los aportes patronales y las cargas sociales para favorecer un supuesto blanqueo de los asalariados ilegales y no declarados y reducción de los salarios iniciales de convenio para favorecer el trabajo esclavo, además de pasantías para estudiantes de los dos últimos años de secundaria, entre otros. Es decir que, si hasta ahora todas las medidas tomadas por Cambiemos con el aval de diputados del massismo, el Partido Justicialista y un sector amplio del Frente para la Victoria han sido regresivas, las que tiene in mente son peores. Nos preguntamos si es así o si sólo son versiones que favorecen un recambio de figuritas para que salga el partido peronista como gran “salvador” de todos nosotros. La realidad es que el peor ajuste ya está hecho: la tasa de ganancia de los poderosos está salvada a nuestra costa.

Cuando se analiza desde una posición de clase, claramente parados en la nuestra, la de los explotados, es claro que ninguno de todos los partidos burgueses está pensando en nosotros, sino en la clase que representa, la clase dominante. Alguna vez hemos denunciado el oculto pacto entre un amplio sector de la dirigencia del peronismo y el macrismo que quedó expuesto en la segunda vuelta de las elecciones de 2015 cuando Scioli se dio por perdedor con apenas el 30% de los votos escrutados y cuando le mandaron a bajar de Twiter a Di Tullio las verdaderas cifras de los votos de cada fuerza política, donde el peronismo tenía una ligera ventaja. En un contexto internacional de crisis del sistema capitalista con achique de los mercados y enorme concentración del capital, el ajuste sobre la economía de los argentinos era una “necesidad” para la burguesía. Si partimos de la premisa de que el peronismo es su partido por excelencia para contener a las masas bajo un manto de “nacionales y populares” que los redima ante los ojos del pueblo, el costo político del ajuste no podía recaer justamente sobre ese partido que debía preservarse como alternativa de recambio para mantener la gobernabilidad. El costo político debía asumirlo y pagarlo lo más reaccionario de la clase política que siempre lo hizo gustosa: antes, impulsando y sosteniendo las dictaduras militares y ahora, perfilándose como los malos de la película, papel del que no reniegan y hacen con placer.
 
Este pacto no es nuevo, sino que tiene muchos antecedentes en la reciente historia política del país. Por ejemplo, el Frente para la Victoria en la legislatura porteña siempre avaló cada propuesta del macrismo gobernante, aún en épocas en que Cristina Fernández de Kirchner gobernaba el país. De las 91 bancas que tenía el FpV en diciembre de 2015, 12 diputados se desgajaron en febrero de 2016 (a dos meses del triunfo de Macri) de la mano de Bossio y 9 diputados se fueron en junio de ese mismo año divididos en dos grupos, el segundo respondiendo a Recalde, la mayoría de ellos votó TODAS las leyes de Macri y avaló TODOS sus decretos de necesidad y urgencia. La bancada, por tanto, quedó en 70 diputados de los cuales SÓLO 53 votaron en contra de los Fondos Buitres… También sólo 58 de los 70 votaron en contra del presupuesto que propuso Macri. La ley de ART que perjudica a los trabajadores contó con la cómoda “abstención” del bloque y apenas un par de votos negativos, aunque dieron quorum para que esa ley se aprobara. En junio de este año TODO el bloque kirchnerista se negó, junto con el bloque de Cambiemos, a anular el dietazo que se auto adjudicaron los diputados. Así, sin querer redundar en más ejemplos, que los hay, caemos en cuenta de que el peronismo en su versión kirchnerista, como también en su versión pejotista y otras “ramas” del mismo palo son parte de ese pacto que le permite no sólo la gobernabilidad a Macri, sino la imposición de cada una de sus medidas reaccionarias.
 
El juego dicotómico de los “buenos” y los “malos” es un viejo recurso de los partidos burgueses que fue usado hasta por la dictadura: Lorenzo Miguel de la UOM, Jorge Triacca (padre) del sindicato de los trabajadores del plástico, el “gordo” José Rodríguez de SMATA y otros dirigentes sindicales fueron encarcelados durante el período de la dictadura militar para luego salir prácticamente como mártires y héroes, situación que los posicionó favorablemente para dirigir a los trabajadores en el posterior período. Y tampoco es un recurso de factura argentina: ahí lo tenemos al “progresista” Lenin Moreno, actual presidente de Ecuador, haciendo de “malo” al lado del saliente Rafael Correa o Bachelet haciendo de “buena” respecto de Piñera en Chile o Tabaré Vázquez como “malo” ante el “humilde” Mujica en Uruguay…
 
Este recambio perverso, como recurso del poder burgués, sigue no sólo aceitado, sino en permanente funcionamiento. Así, hoy se vuelve a perfilar Cristina como la “salvadora buena” ante los “malos” del macrismo. Sin embargo, el pacto oculto muestra hilachas que lo desnudan: que ella haya llamado a los trabajadores a DESMOVILIZARSE y “rezar” (igual que el criticadísimo -por el kirchnerismo- ministro de Medio Ambiente, Sergio Bergman) hasta las elecciones, no hace otra cosa que dejarla expuesta como garante de la gobernabilidad del macrismo. También puede suponerse que ese llamamiento tan absurdo en medio de despidos y represiones, obedece a un cambio de convenientes figuritas: mantener aplacadas a las masas peronistas que le responden a cambio de la libertad de su amigo personal el ex ministro y actual diputado Julio De Vido.

Como vemos, todos nos proponen más de lo mismo, mientras despliegan copiosas cortinas de humo en las que nos envuelven y empaquetan, consolidando la confusión de grandes masas y manteniendo las condiciones materiales para el dominio de la burguesía y la salvación de sus intereses por encima de los nuestros. Esa confusión, sumada a la carencia de dirigencia creíble y genuina proveniente de los trabajadores y el pueblo, atentan contra nuestra unidad y favorecen la funcional dispersión que tanto los beneficia a ellos y nos perjudica a nosotros.

El pueblo, atontado por la sumatoria de medidas que arrasan con su dignidad, sus derechos, puestos de trabajo y beneficios sociales queda paralizado y fragmentado. Una a una se suman las desgracias: quite de pensiones por invalidez, recorte de los medicamentos para jubilados, techos salariales escandalosos, aumento de la inflación sin miras de solución, tarifazos, impuestazos, cierres DIARIOS de fábricas y empresas, quita de subsidios de todo tipo, represiones salvajes, criminalización de la protesta, encarcelamiento de dirigentes sindicales y sociales, militarización de barrios y calles, bombardeo mediático manipulando noticias, prácticas típicas de la dictadura militar como las de chequeo de pasajeros de colectivos y transeúntes, cese del pago de haberes en tiempo y forma, todo ello formador del terror y la parálisis social que deriva en un reflujo estremecedor.
 
Si encima de todo, agregamos el papel funcional y traidor de la CGT y la mayoría de los dirigentes sindicales, los trabajadores parecemos barriletes sin cola, apenas desplegando algunas respuestas ante tanto avasallamiento. El ominoso desenlace de la lucha de los trabajadores del transporte en Córdoba, no hizo más que afirmar la tendencia: la burocracia no sólo traiciona, ES PARTE DE LA PATRONAL. La mayoría de esa canalla tiene negocios, es socia de empresas de todo tipo, incluidas las de salud por donde desliza los aportes de las obras sociales en su propio beneficio. La nefasta y previa intervención de la UTA al sindicato cordobés, el papel entreguista del interventor, los rumores de que Roberto Fernández es propietario de una de las empresas en conflicto, la soledad en que dejaron a los trabajadores, la trampa en que participó para reventar la medida de fuerza y el posterior descabezamiento de todos los delegados expresan el grado de desamparo en que quedamos inermes ante el estado y las patronales que cuentan con la connivencia de los supuestos dirigentes sindicales. Ellos son los hacedores de la flexibilización laboral, como Daer, precursor de de esa flexibilización con el convenio que firmara el 31 de octubre de 1994, donde se establecieron las negociaciones salariales por rama y por empresa; la polivalencia de los lugares de trabajo, por la cual los oficiales pueden ser obligados a realizar tareas de operarios y viceversa sin que al operario se le reconozca el trabajo de oficial, la simplificación de las categorías y el establecimiento de modalidades por las cuales las empresas pueden modificar las jornadas laborales y el momento de otorgamiento de vacaciones, violando la ley de contrato de trabajo que establece que deben otorgarse entre octubre y marzo. Ese sujeto es quien ahora, en el cierre de la empresa Pepsico, una vez más dejó en soledad a los trabajadores despedidos sin telegrama originalmente, el que declaró que la “culpa” de los despidos la tiene la izquierda y no la patronal, el que se prestó para la maniobra de la empresa en connivencia con su Ceo, Marcelo Eduardo Bombau, socio del estudio jurídico M&M Bomchil que figura en el listado de los Panamá Papers, miembro del directorio de la firma francesa Milkaut S.A. desde 2011 y responsable de que dos años después cerraran la planta de Chemical en la Rioja con el mismo modus operandi que el de Pepsico dejando a 44 trabajadores en la calle, integrante del directorio de Torneos y Competencias S.A., una de las tantas empresas del Grupo Clarín y amigote de altos funcionarios del actual gobierno. A esa gentuza se alía Rodolfo Daer, secretario general del Sindicato de la Alimentación que debería haber defendido cada puesto de trabajo con uñas y dientes. ¿Y quién es Rodolfo Daer? ¡También un ex preso “político” de la dictadura! Otro de los tantos que salieron como “héroes” para liderar el recambio para que nada cambie, protegido de Lorenzo Miguel, proveniente del Partido Comunista Argentino y ex Secretario General de la CGT en épocas de Menem. Joyitas como Fernández de UTA y Daer de la alimentación son los que nos entregan atados de pies y manos, socios del ajuste, parte de las patronales explotadoras, miembros de una CGT que mira convenientemente hacia otra parte, que ha aceptado su patético papel de partícipe necesario para que se consumen las políticas que la burguesía necesita para rapiñar lo poco que queda de plusvalía.
 
También son socios y cómplices de la profundización de las medidas represivas, del uso de las fuerzas de seguridad para proteger la propiedad privada de los empresarios que especulan cerrando establecimientos, como el de Pepsico, que no dan pérdidas sino ganancias, del esclavismo creciente, del terror social impuesto por una batería de medidas que acorralan a trabajadores y pobres, creando situaciones verdaderamente desesperantes.
 
Los despidos son usados como disciplinadores sociales, se impone la ideología de la burguesía del sálvese quien pueda, se legitima el carnereo y el buchoneo de pobres contra pobres. Por eso tipos como Mestre pudieron sacarle rédito político a los despidos de las trabajadoras de trolebuses en Córdoba, porque cuenta con un aval de consenso social basado en el individualismo y la falta de solidaridad pero, sobre todo, de conciencia de clase. Lejos está el Cordobazo, lejos la unidad de trabajadores y estudiantes de aquella gesta gloriosa. Ahora los trabajadores esgrimen argumentos patronales como “tengo derecho a trabajar”, “basta de piquetes y cortes”, “queremos vivir en paz”, porque consideran la “paz” solamente en el propio cuero, imposibilitados de ponerse en el lugar de otro. Vivimos en el apogeo del triunfo de la ideología burguesa encarnada en nosotros mismos como reproductores y protagonistas del más descarnado individualismo.
 
Sin embargo, no hay mal que dure cien años. Tenemos que recordar que hemos vivido en climas semejantes y hemos salido airosos de situaciones parecidas: también las dictaduras militares contaron con alto consenso social. Durmieron sobre ese consenso, se soñaron en el gobierno por décadas, se regodearon en su impunidad y ley del terror, pero a los siete años se cayeron empujados por todos nosotros. Recordemos que mientras en otros países de Latinoamérica, como Chile, por ejemplo, la dictadura de Pinochet duró casi veinte años, nosotros en apenas siete nos los sacamos de encima.

No es que no haya salida, sino que nos cuesta encontrar el camino. Nosotros no sólo militamos para denunciar y desnudar las purulencias de este sistema, también tenemos propuestas para que logremos la unidad sobre cuestiones básicas sin profundizar nuestras diferencias, pero convencidos de que sólo unidos en un gran frente podremos contrarrestar esta avanzada del enemigo acorralado por la crisis de SU sistema. Proponemos:
 

  1. Ruptura de los pactos políticos, militares y económicos con el imperialismo.
  2. Hermandad latinoamericana.
  3. Defender las garantías constitucionales.
    1. Derecho al empleo, a la vivienda, a la educación y a la salud.
    2. Respeto a la libertad de expresión.
  4. Derogación de las leyes anti obreras
    1. Cese del pago de la deuda externa.
    2. Derogación de las leyes de flexibilización laboral.
    3. No a los despidos y suspensiones.
    4. Aumento salarial del 50%.
    5. Derogación del impuesto a las ganancias.
    6. Derecho al trabajo digno.
    7. Libertad de agremiación y respeto al derecho a huelga.
    8. Derogación de todos los tarifazos.
  5. No a la represión.
    1. Derogación de la Ley Antiterrorista.
    2. Cese del gatillo fácil.
    3. Desmilitarización de las fuerzas de seguridad.

Encontrar la salida está supeditado a nuestra inteligencia y sensibilidad, a dejar de poner nuestras vidas a merced de mecías que nos piden que recemos o nos resignemos, a redescubrir nuestras capacidades colectivas puestas de manifiesto en otros momentos históricos adversos que fuimos capaces de superar, a respaldarnos en nuestra experiencia colectiva, en nuestros antecesores más valientes y comprometidos, a recuperar nuestra gloriosa historia de lucha regada con la sangre de los nuestros.
 
Encontrar la salida es darnos la única oportunidad que tenemos: la de tomar el protagonismo por mano propia, confiar en sólo y únicamente en los postergados de este sistema.

Encontrar la salida es trabajar en unidad superando las diferencias que nos distancian.
 
A 41 años del asesinato de nuestro histórico Secretario General, Mario Roberto Santucho y las caídas de los compañeros Benito Urteaga, Domingo Menna, Ana María Lanzillotto, Liliana Delfino y Fernando Gertel los recordamos de la única manera en que se deben recordar los militantes revolucionarios: continuando su camino y levantando sus banderas.
 
“… nazco en cada fusilado
y aunque el cuerpo se me muera
tendré la edad verdadera
del niño que he liberado.

Mi tumba no anden buscando
porque no la encontrarán
mis manos son las que van
en otras manos tirando,
mi voz la que está gritando
mi sueño el que sigue entero
y sepan que sólo muero
si ustedes van aflojando
porque el que murió peleando
vive en cada compañero.”

Compañeros caídos y desaparecidos ¡PRESENTES! A vencer o morir por la Argentina.

16/07/2017

Amanda Cánepa