A un clavo ardiendo se agarra el que se está hundiendo.

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La burguesía, temerosa de perder su poder como clase, sigue utilizando herramientas que muchas veces le dieron resultado. Es aquí cuando vemos cómo, en un nuevo capítulo de la crisis del capitalismo, la desesperación queda al descubierto y la creatividad totalmente de lado…

Hoy es el gobierno de Rumania el que busca mantener la hegemonía de su clase deslegitimando la elección realizada en un país vecino, a la vez que intenta provocar un golpe de estado.

Las consecuencias de esta crisis demuestran cómo se agudizan las contradicciones. Será la lucha de clases la que definirá el rumbo y el resultado de esta crisis.

Ladrón que roba a ladrón, no tiene perdón.
Ladrón que roba a un trabajador, tampoco.

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Parece que esta crisis deja al desnudo hasta las hilachas que todos sabemos que tienen los altos personajes de la justicia y la policía. Personajes que no son más que ratas miserables.

Mientras los “custodios” de las leyes burguesas y la seguridad delinquen por un poco de energía o una corbata de marca cual ladrones de baja estofa, somos nosotros los que seguimos pagando los tarifazos de los monopolios o soportando los cortes por falta de pago.

Pero también están en nosotros la posibilidad de impedir que los monopolios continúen avasallando nuestro derecho a vivir dignamente, paradójicamente, como manda SU suprema ley burguesa, la constitución…

Debemos hacer cumplir nuestros derechos, esta vez, no pagando las facturas y tapando de reclamos cada uno de los organismos de regulación de las empresas privatizadas que mantienen sus ganancias con nuestro esfuerzo. Organizados, nuestra fuerza es incalculable.

ORGANIZARNOS ES AVANZAR HACIA LA REVOLUCIÓN.