Crisis, contradicciones y gritos de libertad

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Esta crisis capitalista, que tuvo sus inicios allá por la década del 70, sigue sumando nuevos capítulos.

Los tambores de guerra suenan cada vez más fuertes entre las Coreas. Mientras Corea del Sur continúa siendo el fiel socio de EEUU e inductor de su política belicista, Corea del Norte cumple con sus viejas promesas de respuesta ante cualquier provocación surcoreana (1). La burguesía financiera imperialista, que se encuentra ante la imperiosa necesidad de una guerra, aprovecha cada ocasión para dispararla enviando portaviones y miles de soldados a la zona (2), a pesar del rechazo de China a la realización de maniobras en su zona de influencia (3). El imperialismo no duda en utilizar una vieja carta para intentar disimular su debilidad: la cortina de humo. Hoy es el turno de Wikileaks pero, sea lo que sea que hayan querido ocultar desde que surgió este fenómeno, no lo han podido sostener por mucho tiempo (4). Y si de debilidad y desesperación hablamos, no podemos dejar de mencionar el papel de EEUU en el G20, donde no logra imponer sus políticas como en las épocas de "vacas gordas" (5).

Mientras tanto, Europa sigue siendo una olla cerrada a presión que puede explotar en cualquier momento… La cumbre entre la OTAN y Rusia demostró al mundo la debilidad de la organización militar ante las exigencias del Kremlin, hecho particularmente irónico, teniendo en cuenta que la OTAN fue creada para luchar contra la URSS. Por su parte, al gobierno irlandés se le voló la falda escocesa ante la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional, aceptando el parche financiero y con vistas a realizar más recortes a un pueblo que está muy lejos del arco iris y mucho más lejos de la olla de oro (6). Las centrales obreras de Grecia, Portugal, Inglaterra y Francia, entre otras, que están cada vez más presionadas por sus bases, se ven obligadas a ir por más, ya que los distintos gobiernos no piensan permitir que sea la burguesía financiera la que pague los platos rotos (7, 8). Miles y miles de trabajadores, jubilados y estudiantes siguen tomando las calles del viejo continente, hartos de las medidas de austeridad, hartos de que siempre sean ellos los que se tengan que ajustar el cinturón (9)...

La tendencia no es más positiva en este lado del hemisferio…

En Brasil, al gobierno "representante de los trabajadores" no le tembló el pulso para inundar de tropas militares las calles de Río de Janeiro (10), so pretexto de eliminar el narcotráfico "de una vez y para siempre", como si las fuerzas represivas, el gobierno y la burguesía en su conjunto no fueran los responsables y beneficiarios directos del negocio de la droga que mueve millones y millones de dólares. Las decenas de personas asesinadas en enfrentamientos con las tropas se suman a los miles de muertos anuales por consumo de las drogas que la burguesía produce y comercializa.

Como si esto fuera poco, el pueblo haitiano se encuentra sumido en el más profundo sufrimiento, la más asfixiante opresión y la más humillante exclusión. La propagación del cólera es solo la punta del iceberg de una situación de salubridad y sanidad paupérrimas, consecuencia de la intervención directa de EEUU en el país (11). Nos preguntamos: ¿Qué se hizo con los millones de dólares en ayuda humanitaria para la construcción de viviendas, hospitales, escuelas y todo lo necesario para que el pueblo haitiano pueda vivir dignamente…?

No importa donde la burguesía quiera iniciar su guerra. Nuestro grito siempre debe ser:

NO A LA GUERRA IMPERIALISTA

¿Combatiendo al capital…?

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Sin bombos ni platillos, nuestro gobierno "nacional y popular" anunció la semana pasada que pedirá "asistencia técnica" al FMI para "regularizar" el INDEC (1). Tratando de no levantar mucho polvo, fue el ministro Boudou quien se encargó de anunciar el resultado de las negociaciones que encaró el canciller Timerman en el corazón de los Estados Unidos, atajándose solito mientras aclaraba que esto de ningún modo implica "una bajada de pantalones". Lo traicionó el inconciente: todos sabemos que cualquier relación con el FMI siempre será "carnal" para el nuestra clase. ¿O acaso ese organismo puede asistir en algo más que en planificar cómo degradar aun más las condiciones de vida del proletariado y los más desprotegidos de la sociedad…? Y estamos hablando de un gobierno que, después de haber vetado el 82% móvil, posa de generoso al darle a los jubilados una dádiva de $500 por única vez que no alcanzan ni para cubrir los medicamentos que necesitan (2). Y todas estas muestras de "generosidad" las hace sin ningún tipo de "asistencia técnica".

Mientras la burguesía financiera local, fuertemente aliada a la internacional, enajena cada día más parte del territorio nacional para producir un yuyo pensando nada más que en el valor que tendrá en el futuro, el gobierno nacional y los gobiernos provinciales garantizan a sangre y fuego sus negocios, como lo que sucedió la semana pasada en Formosa, donde la policía provincial asesinó a un miembro de la comunidad Qom Navogoh mientras el Estado intentaba sacarlos por la fuerza de las tierras que habitan desde hace "tan sólo" algunos cientos de años, para utilizar esas 600 hectáreas para el cultivo de soja (3 y 4). El gobierno de la "diversidad" , en medio de tanto silencio, tuvo que elegir y así lo hizo: eligió los intereses de los más concentrados pooles de siembra por sobre el medio de subsistencia de decenas de familias tobas. Pero esta elección no solo afecta a las comunidades tobas: miles de familias se ven afectadas gravemente por la fumigación con glifosato que envenena y mata todo a su alrededor (5).

Sin embargo, el gobierno sabe bien que las espaldas que soportan todo esto son las del proletariado y los pobres y que más temprano que tarde le diremos basta, mientras que van quedando al descubierto los negocios sucios de sus gordos aliados a costa de nuestra salud (6). El pacto social que necesita para intentar retrasar la reacción popular se vuelve cada día más difícil de sostener con un personaje como Hugo Moyano a la cabeza de la CGT (7) y con empresarios "nacionales" como Méndez (8 y 9) quien se niega a sentarse para hablar sólo de salarios o inflación... Vienen por más y para eso usan eufemismos como "garantizar la competitividad de las empresas", cuando en realidad, pretenden modificar a su favor leyes directamente vinculadas con nuestra seguridad laboral, como la de accidentes de trabajo o los seguros ambientales o la tercerización de la mano de obra y, como frutillita de un postre intragable y lejano de lo "popular", la ley penal tributaria. Las quieren todas para ellos…

De la capacidad de organizarnos como clase para enfrentarlos dependerá si logran sus clarísimos objetivos de cargar todavía más el peso de su crisis sobre nuestras espaldas.