Partido Revolucionario de los Trabajadores
Por la Revolución Obrera, Latinoamericana y Socialista "El deber de todo revolucionario es hacer la revolución" (Ernesto Guevara)

Tamaño de texto + /23 de Abril 2023

NACIONAL

El pago al FMI es violencia sobre los trabajadores

El mundo capitalista está enfrascado en una batalla sin cuartel por el reparto de los mercados y el control de los recursos naturales. La lucha por la hegemonía mundial y las áreas de influencia entre el decadente imperio norteamericano y sus socios europeos contra el crecimiento económico, político y militar de China y Rusia produce contradicciones y nuevos posicionamientos a nivel mundial. Ante tal escenario internacional, Argentina, que no es inmune a las consecuencias de la disputa entre las potencias, condiciona su política exterior y su economía a las directrices de EEUU y el FMI en detrimento de sus relaciones con el BRICS (1).

En ese sentido, la última reunión del mandamás de la Casa Blanca, Joe Biden, con Alberto Fernández volvió a ratificar lo que criticamos hace tiempo: el zigzagueo, las volteretas vacilantes y el apoyo inconsecuente del presidente argentino no pueden ser parte de la política exterior de un país que sigue unido al imperialismo por un lado y que, por el otro, pretende subirse a la ruta de la seda del rival chino (2 y 3). La “tercera posición” que ensaya el gobierno nacional como salida coyuntural al cambio de poder entre dos modelos del sistema capitalista es una mala copia de la táctica aplicada por el General Perón porque no toma en cuenta las diferencias históricas de ayer y de hoy (4). En ese aspecto, la crítica al Frente de Todos es que no analiza la debilidad actual del Tío Sam, por ende, no sabe sacarle rédito a la situación que se le presenta, algo en lo que coincidiríamos si no fuera que tenemos claro que su decisión no es casual, sino consecuencia de que el presidente representa sin dudas los intereses de la clase dominante.

El gobierno de Alberto Fernández se comprometió a congelar los acuerdos firmados con China a cambio del “apoyo” de Biden quien le dio unas mínimas concesiones en los plazos de pago al FMI (5), que implican más ajuste al campo popular (6) y el acceso a préstamos para la burguesía local (7). La decisión política de la Casa Rosada de restringir los vínculos comerciales con China limitando el ingreso de capitales del gigante asiático para beneplácito de Washington puede significar darse un tiro en el pie ante la necesidad de dinero fresco en momentos en que las Reservas del Central se vacían diariamente (8)

En consonancia, el ministro de Relaciones Exteriores, Santiago Cafiero, se encargó de ejecutar las promesas de Fernández a los amos del Norte paralizando la construcción de la Central Nuclear Atucha III (9), pese a la oposición de la CNEA y de sectores pro-chinos del peronismo. La jugarreta política del gobierno nacional no será del agrado de China y habrá que ver cómo responde Xi Jinping a esta movida orquestada por los aliados locales del imperialismo, aunque los chinos están completamente conscientes de que la disputa geoestratégica por Latinoamérica recién comienza y no será fácil arrancarle al imperialismo occidental su patio trasero. Sin embargo, está a la vista que si algo tienen es paciencia y perseverancia.

Por su parte, el ministro Sergio Massa renovó los acuerdos de pago con la burguesía financiera del Club de París (10) y anunció otro “dólar agro” a pedido de la oligarquía terrateniente de la Sociedad Rural. (11) Con el propósito de engrosar las arcas del Banco Central, el ministro de Economía impulsa políticas que benefician a nuestros explotadores en detrimento de las necesidades del pueblo. La medida de privilegiar con un dólar diferencial a los grupos exportadores y latifundistas del campo alimenta la especulación de los demás sectores concentrados de la economía que presionan a través de la inflación y la devaluación del peso para obtener mayores prebendas del oficialismo (12).

Según las estadísticas oficiales, los efectos del plan económico de Sergio Massa los padecemos los trabajadores con un 39% de la población dentro de la línea de la pobreza (13): hay 19 millones de argentinos que no tienen lo suficiente para alimentarse, vestirse o satisfacer sus necesidades. La mitad del país vive bajo el peso del pago de una deuda ilegitima, haciendo malabares con salarios devaluados, trabajos mal pagos y planes sociales insuficientes (14), mientras la clase dominante no sólo mantiene intactos sus intereses, sino que se sigue enriqueciendo. La base material que lleva a la muerte a una beba de tres meses a metros de la Casa Rosada (13) y que empuja a nuestro pueblo a la miseria es, fundamentalmente, el aumento descontrolado de los precios y tiene un responsable: la burguesía. Ellos, que tienen el poder, elevan arbitrariamente los valores de las mercancías que producimos los trabajadores. Su riqueza es nuestra pobreza. Sus ganancias producen la desesperación de miles de trabajadores informales y desocupados que inundan los comedores populares por un plato de comida (15 y 16). Para nosotros, LA INFLACIÓN ES VIOLENCIA SOBRE EL PUEBLO.

La pobreza y la falta de trabajo producen la exclusión social de miles de argentinos creando óptimas condiciones para el aumento del negocio del narcotráfico y la delincuencia. Estos hechos, que son la consecuencia de la falta de inserción real en el sistema, producen el fenómeno de la inseguridad, expresión de la política de exclusión generada por el estado burgués (17). Tal situación desnuda, por un lado, la descomposición del capitalismo y, por el otro, la incapacidad de los gobiernos burgueses para resolver el problema estructural de la desocupación (18).

La inseguridad cotidiana con la que convivimos es una preocupación de todos los trabajadores. La dolorosa muerte del chofer Daniel Barrientos puso en relieve lo que vivimos la gran mayoría de nosotros. El miedo a que nos maten saliendo de madrugada a buscar el pan de cada día, el temor a ser asaltados volviendo a casa o el robo sufrido en el propio lugar de trabajo son parte de una realidad que conocemos mejor que nadie. ¡Ningún funcionario, ningún político oportunista puede explicarnos lo que nosotros conocemos por experiencia propia! Menos aún, venir a predicarnos sobre una inseguridad que ellos no padecen, pero sí multiplican. Para caldear más el ambiente, lo peor fue que Sergio Berni, contra toda lógica y buen tino, de forma prepotente y altanera, intentara levantar un paro solidario por la evitable muerte de un compañero de trabajo. Ante esa falta de respeto y muestra de autoritarismo, los golpes que recibió fueron la expresión del hartazgo de nuestra clase a las mentiras y la desidia gubernamentales. La trompada a Berni es la respuesta de la clase obrera a todos los ataques sufridos por el fascista Ministro de Seguridad bonaerense y revela el malestar general del proletariado hacia la gestión oficial. Los trabajadores no olvidamos que fue el infiltrado de la huelga minera de Río Turbio, el ejecutor político de la represión a los obreros de Lear y Cresta Roja, como también el responsable del desalojo de Guernica durante el gobierno peronista. No confundamos, a Berni no lo “atacaron”, sino que recibió la justa violencia que él mismo utilizó contra el campo popular y, por ende, generó. La violencia del opresor también es respondida por el oprimido (19 y 20).

Ante el orgullo herido y con el ánimo revanchista encendido, el ministro de Seguridad de Axel Kicillof emprendió una cacería feroz contra los colectiveros con el único fin de disciplinar a los trabajadores y asustar al pueblo. El estado burgués no puede permitir que el proletariado desafíe la ley y el orden, que se rebele a la violencia que ellos imponen pues esto significa cuestionar su dominación. Por eso, de la noche a la mañana, el gobierno mandó a las calles a las fuerzas represivas (gendarmería, policía bonaerense, etc.) a requisar, vigilar y amedrentar al pueblo trabajador (21). El patético circo montado por los medios y el gobierno con “controles” en las paradas de colectivos, como si los delincuentes anduvieran en micro, alcanzó una magnitud que no se había visto desde los oscuros tiempos de la dictadura militar. El operativo sin precedentes contra la población que viajaba hacia sus trabajos o de regreso a sus casas, al igual que el montaje llevado a cabo para detener a los choferes que golpearon a Berni, fue totalmente desproporcionado. El secuestro de legajos de los choferes por parte de las fuerzas policiales en complicidad con la patronal, nos recuerda los secuestros de obreros en Acindar, Mercedes Benz y Ford durante el terror desatado por Videla. No debería sorprendernos la continuidad de esas prácticas y menos viniendo de un milico como Berni (22 y 23).

“¿Era necesaria la magnitud del operativo y el tratamiento que se le dio al detenido, como si se tratara de aprehender a un narcotraficante en su bunker?" sugirió Cristina Fernández, la principal responsable del sostén político del que goza Sergio Berni. No hay que olvidar que el ministro de Seguridad de Kicillof es un hombre del riñón de la vicepresidente que lo ha mantenido siempre a su lado. ¿Qué hace un milico como Berni en el Frente de Todos, cuando sus militantes se autoproclaman “defensores” de los derechos humanos? ¿Por qué miran a otro lado en vez de exigirle la renuncia inmediatamente o la expulsión del movimiento? (24).

Mientras Mauricio Macri disfruta libremente de su impunidad en la causa por la deuda con el FMI, a simples trabajadores se los persigue como si fueran criminales extremadamente peligrosos, una muestra más de la doble cara de la democracia burguesa y su “justicia” de clase y de la doble moral de muchos dirigentes políticos supuestamente “progresistas”.

Desde el Partido Revolucionario de los Trabajadores acompañamos la lucha de los colectiveros de la Zona Oeste de Buenos Aires, nos solidarizamos con sus reclamos y repudiamos la persecución irracional y vengativa emprendida por el fascista Sergio Berni, el gobernador Axel Kicillof y las patronales. La fuerza y la unidad de los choferes, que mediante paros y huelgas consiguieron la liberación de sus compañeros detenidos, muestran la combatividad de nuestro pueblo.

El revuelo mediático y político que generó el enfrentamiento entre los choferes y el soldado leal de Cristina levantó polvareda entre las fuerzas propias y ajenas. Muchos seguidores peronistas se preguntaban, con estupor, cómo pudo ser posible que los trabajadores, la “columna vertebral” del movimiento peronista, le pegaran sin vacilaciones al “compañero” Berni. Para tapar el sol con las manos, desde la prensa oficialista empezaron las elucubraciones de una operación orquestada por la oposición del PRO con Bullrich a la cabeza. Si para un sector de las bases peronistas la golpiza al ministro del Frente de Todos huele a opereta de Cambiemos, en vez de señalar culpables afuera, deberían preguntarse cómo es posible que hayan perdido el apoyo de los trabajadores en manos de la fascista Patricia Bullrich. Creemos que deberían reflexionar con honestidad y espíritu autocrítico cuál fue el rol que cumplió la dirigencia peronista desde Menem hasta la actualidad, razón por la cual las masas trabajadoras no se identifican con el movimiento como antaño. ¿Qué pasó, que medidas políticas se tomaron para que la clase obrera fuera abandonando progresivamente al peronismo…? ¿Qué hizo la conducción peronista y legitimaron sus bases para que hoy los trabajadores se lancen a los brazos del enemigo cambiemista…? ¿No será que de tanto sostener el discurso de “no ser funcionales al enemigo de clase” y obedecer ciegamente a sus líderes terminaron sosteniendo a dirigentes que aplican el ajuste contra el pueblo…? Acaso no se preguntan ¿por qué Kicillof o la vicepresidenta sostienen dentro del Frente de Todos a un sujeto patotero y violento como Berni…? ¿Lo tienen de aliado con el fin de recolectar votos de los sectores pro mano dura…? ¿Será que la dirigencia peronista está más inclinada a resolver los problemas del ajuste del FMI con represión y va a necesitar mucho más a sujetos como el carapintada “compañero”…?

Si Patricia Bullrich y el PRO cuentan con el respaldo de una parte de los trabajadores es porque lamentablemente se aprovechan del hastío y la desconfianza de las masas hacia el “relato” del Frente de Todos que no ha mejorado en nada la situación material de quienes los votaron en 2019. Si acaso es verdadera la influencia fascista de Bullrich con sus falsas soluciones para “combatir” la inseguridad, la responsabilidad política es, en último término, del peronismo por regalarle el flanco a los representantes del Partido Militar. Un gobierno que no resuelve los problemas de la gente y ofrece una versión mediocre del “orden y la mano dura” en la imagen de Berni, se expone a que la versión original de los fascistas le gane de mano (25).

En caso de que todo esto haya sido una maniobra desestabilizadora contra el gobierno de Kicillof, digitada por los sectores reaccionarios del PRO, no debería sorprendernos: de un partido integrado por lo más granado de las patronales, con miembros pertenecientes al Partido Militar, no podemos esperar otra cosa. Si fueron capaces de pergeñar golpes de Estado, de desaparecer a 30 mil hijos de nuestro pueblo y de planificar el atentado a la vicepresidente Cristina Fernández ¿Por qué deberíamos pensar ingenuamente que el fascismo local tiene algún tipo de límite político o moral…? Por eso es nuestro deber exponer y alertar a los trabajadores sobre las artimañas utilizadas por nuestro enemigo de clase. Tenemos que tener muy claro que los golpes de Estado en nuestro país siempre fueron muy perjudiciales para nuestro pueblo y, en especial, para los trabajadores. La única beneficiada de cada dictadura ha sido y será la burguesía.

Mientras el peronismo y su vertiente kirchnerista apelan al “relato” y la mística de su líder Cristina Fernández para seducir electoralmente a los trabajadores desencantados con el Frente de Todos, se olvidan de que el pueblo no vive ni come ni paga los aumentos ni se salva de la inseguridad solo con las “ideas”. “La única verdad es la realidad”, decía su líder, Perón. Hoy, muchos peronistas se niegan a recordarlo frente a la incertidumbre reinante del Frente de Todos y alimentan su propia fantasía con el “relato kirchnerista”. En la vereda opuesta están los golpistas del PRO que planifican el programa de ataque a todos los derechos sociales del campo popular. Ante esa falsa disyuntiva, los trabajadores no debemos caer en la trampa de las mentiras y promesas de los partidos de la clase dominante. Por el contrario, tenemos que confiar en nuestro instinto de clase desarrollando la conciencia con la mayor amplitud, pregonando la unidad y la organización obrera y popular para defender nuestros intereses. Es hora de templar nuestras fuerzas apretando el puño en las luchas que se avecinan.

En una coyuntura marcada por el escepticismo y la desconfianza hacia las viejas estructuras políticas, que ya apunta a ser capitalizada por lo más rancio de la burguesía de nuestro país (Bullrich, Larreta, Espert, Milei, etc.) nuestra tarea más urgente es empujar a las masas, fortalecer a sus dirigentes y promover una salida popular que represente nuestros intereses de clase.

Hoy, el movimiento obrero y popular no se interpela sobre las diferencias políticas que existen entre los partidos políticos y organizaciones de izquierda, sino que está atrapado en los supuestos discursos anti sistema de lo más reaccionario de la oligarquía, la burguesía y su partido militar aún vigente. Voltear al capitalismo, sistema de explotación y opresión en el que vivimos, fue siempre nuestro discurso y nuestro objetivo, no hay que permitir que se lo apropien.

Poner expectativas en el peronismo, el radicalismo, el Pro o Milei, es como afilarle el hacha al verdugo que nos quiere cortar la cabeza. Las pruebas las tenemos en los años de “democracia” con la que no se cura, no se educa ni, mucho menos, se come.

Es imperiosa nuestra necesidad de empujar con todo hacia un cambio de consciencia que arrastre a las masas y su dirigencia a tomar posiciones por el socialismo. Venimos con un atraso muy grande en la conciencia, tenemos que hacer una gran campaña de agitación para que logremos dar ese imprescindible salto hacia la búsqueda de la única salida para nosotros: el socialismo.

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